En el ámbito del derecho penal, especialmente en sistemas jurídicos como el argentino, el concepto de acción oblicua o indirecta ha sido objeto de estudio y análisis para comprender cómo un individuo puede ser responsable penalmente por consecuencias que no fueron su propósito inmediato, pero que resultaron de su conducta. Este tipo de acciones se distingue de las directas, donde el resultado se persigue con intención clara. En este artículo exploraremos en profundidad qué implica esta figura jurídica, su origen, aplicaciones, ejemplos concretos y cómo se diferencia de otros conceptos similares.
¿Qué es la acción oblicua o indirecta?
La acción oblicua o indirecta se refiere a una conducta humana cuyo resultado no es el objetivo principal que el sujeto persigue, pero que sí se espera o se reconoce como consecuencia probable de dicha acción. A diferencia de la acción directa, en la que el resultado es el fin inmediato y deseado, en la acción oblicua el resultado no es el propósito principal, aunque sí se conoce y se acepta como un efecto secundario previsible. Por ejemplo, un conductor que excede la velocidad por impaciencia puede no perseguir un accidente, pero sí sabe que al hacerlo aumenta el riesgo de uno.
Este concepto es fundamental en el derecho penal para determinar la responsabilidad penal. En sistemas de derecho penal subjetivo, como el argentino, la acción oblicua puede dar lugar a responsabilidad penal si, aunque el resultado no fue el fin perseguido, se reconoció como posible y se procedió a actuar conscientemente a pesar de ello.
Un dato histórico interesante es que el concepto fue desarrollado en el siglo XX, especialmente en Alemania, dentro del marco del derecho penal subjetivo. Fue el jurista alemán Hans Welzel quien, en su obra *Grundriß des Strafrechts*, sentó las bases teóricas para diferenciar entre acciones directas, indirectas y acciones de omisión. Welzel propuso que la acción penal se fundamenta en la intención del sujeto, no solo en los resultados.
También te puede interesar

La ética es una rama fundamental de la filosofía que se ocupa de las normas que rigen el comportamiento humano. El campo de acción de la ética se refiere al ámbito en el que se aplica esta disciplina para determinar...

En el campo de la fisiología celular, especialmente en la conducción nerviosa, se habla con frecuencia del equilibrio eléctrico dentro de las neuronas. Este equilibrio es fundamental para que los mensajes del sistema nervioso puedan transmitirse de manera eficiente. Dos...

La acción pauliana es uno de los institutos jurídicos más importantes dentro del derecho civil, especialmente en el área de obligaciones y contratos. Este concepto jurídico permite a un acreedor proteger su derecho ante una situación en la que el...

La acción previa es un concepto fundamental en diversas áreas, desde el derecho hasta la gestión de proyectos, donde se refiere a los pasos o decisiones que se toman antes de que ocurra un evento principal. Este término puede aplicarse...

La acción de Bondad es un concepto que abarca una serie de comportamientos y decisiones basados en el deseo de ayudar, apoyar y beneficiar a otros sin esperar nada a cambio. Este término, aunque no es de uso común en...

En el ámbito financiero, los inversores suelen escuchar términos como prima de una acción que, aunque técnicos, son fundamentales para comprender cómo se valora el mercado accionario. Esta expresión hace referencia al precio adicional que los inversores están dispuestos a...
La relación entre acción y resultado en el derecho penal
En el derecho penal, la relación entre la conducta del sujeto y el resultado que se produce es clave para determinar la tipicidad y, por ende, la responsabilidad penal. La acción oblicua o indirecta introduce un nivel de complejidad en esta relación, ya que no se trata de un resultado que se busca activamente, sino uno que se reconoce como una consecuencia probable de la acción realizada. Esto implica que el sujeto no solo actúa, sino que también tiene un conocimiento de los riesgos que su conducta implica.
Por ejemplo, si un trabajador industrial manipula una sustancia química sin los equipos de protección adecuados, no busca causar daño a sí mismo o a otros, pero sí sabe que existe un riesgo real de intoxicación o accidente. En este caso, su conducta puede calificarse como acción oblicua, ya que el resultado no es el objetivo principal, pero sí se reconoce como una consecuencia directa de su acción.
Este tipo de acciones se diferencian de las acciones indirectas en sentido estricto, donde el resultado se produce como consecuencia de un medio no directo. Por ejemplo, si alguien arroja una piedra a un perro que luego muerde a una persona, la acción del sujeto no es directamente sobre la víctima, sino que se transmite a través de un intermediario. Aunque este ejemplo puede parecerse a una acción oblicua, en la práctica jurídica se manejan con distintas interpretaciones.
La distinción entre acción oblicua e indirecta en la jurisprudencia argentina
En la jurisprudencia argentina, la distinción entre acción oblicua e indirecta ha sido tema de análisis y debate. Aunque ambas figuras comparten cierta similitud, su tratamiento en la doctrina y en la jurisprudencia es distinto. Mientras que la acción oblicua implica una intención o conocimiento del resultado, la acción indirecta se refiere más a la forma en que se produce el resultado, es decir, a través de un medio no directo.
En la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, se han emitido sentencias donde se distingue entre ambos conceptos, especialmente en casos de lesiones o daños a terceros. Por ejemplo, en un caso donde una persona disparó un arma con la intención de asustar a otra, pero terminó lesionando a un tercero, se consideró que la conducta era oblicua, ya que el resultado no fue el objetivo principal, pero sí se reconoció como un riesgo previsible.
Esta distinción es fundamental para la calificación penal, ya que puede determinar si se trata de un delito doloso o culposo, y por tanto, la gravedad de la pena que se impone.
Ejemplos concretos de acción oblicua o indirecta
Para comprender mejor este concepto, es útil analizar ejemplos prácticos donde se manifiesta la acción oblicua o indirecta. A continuación, se presentan algunos casos ilustrativos:
- Conducción temeraria: Un conductor que excede la velocidad en un área escolar no busca causar un accidente, pero sí conoce los riesgos de hacerlo. Su acción puede calificarse como oblicua, ya que el resultado no es su objetivo principal, pero sí se espera como una consecuencia probable.
- Fumar en un edificio con prohibición de humo: Una persona que fuma en un edificio de oficinas con prohibición expresa lo hace con la intención de satisfacer su necesidad, pero reconoce que podría incendiar el lugar. Aunque no busca un incendio, su conducta puede considerarse oblicua.
- Manipulación de sustancias químicas sin protección: Un trabajador que manipula productos tóxicos sin equipo de seguridad no busca intoxicarse, pero sabe que existe un riesgo real de contaminación o accidente.
- Publicación de información inadecuada en redes sociales: Un usuario que comparte una noticia falsa con la intención de generar atención, pero reconoce que puede generar un daño a la reputación de una persona, también puede estar actuando con una acción oblicua.
Estos ejemplos muestran cómo la acción oblicua no implica una intención directa hacia el resultado, pero sí una conciencia de los riesgos asociados a la conducta.
El concepto de acción oblicua en el derecho penal subjetivo
El derecho penal subjetivo se centra en la intención del sujeto como elemento esencial para la calificación penal. En este marco, la acción oblicua o indirecta adquiere relevancia, ya que permite responsabilizar penalmente a una persona incluso cuando el resultado no fue su objetivo inmediato. Esto se basa en la idea de que, si el sujeto conoce los riesgos de su conducta y decide actuar de todas formas, su intención o conocimiento es suficiente para atribuir responsabilidad.
El concepto de acción oblicua se relaciona con lo que se conoce como dolus eventualis o intención eventual, que se da cuando el sujeto acepta como posible un resultado negativo y decide actuar a pesar de ello. En este sentido, la acción oblicua no se limita a un conocimiento pasivo, sino que implica una actitud de aceptación o tolerancia hacia el resultado.
En el derecho argentino, la teoría subjetiva de la acción ha sido ampliamente adoptada, lo que permite a los tribunales considerar la intención del sujeto como elemento fundamental para la calificación penal. Esto ha llevado a que en muchos casos se califique como dolosa una acción que, aunque no buscaba un resultado negativo, lo aceptaba como posible.
Una recopilación de casos donde se aplica la acción oblicua o indirecta
A lo largo de la jurisprudencia argentina, se han presentado diversos casos donde se ha aplicado el concepto de acción oblicua o indirecta. Algunos de los más destacados incluyen:
- Caso de conducción temeraria y accidente con fallecidos: Un conductor que excedía la velocidad y provocó un accidente mortal fue considerado responsable penalmente, a pesar de que no buscaba el resultado. Su conocimiento sobre los riesgos y su actitud de aceptación del resultado lo calificaron como acción oblicua.
- Caso de violencia familiar: Un padre que, durante una discusión con su pareja, la agredió físicamente sin intención de matarla, pero sabía que podría provocarle lesiones graves, fue considerado responsable por acción oblicua.
- Caso de uso de sustancias tóxicas en el trabajo: Un trabajador que manipuló una sustancia química sin los equipos de protección adecuados fue considerado responsable por intoxicación laboral, ya que reconocía los riesgos, pero actuó de todas formas.
Estos casos muestran cómo la jurisprudencia ha aplicado el concepto de acción oblicua como fundamento para imputar responsabilidad penal, incluso en ausencia de un resultado perseguido directamente.
La acción oblicua en el contexto de la responsabilidad penal
La responsabilidad penal es un concepto central en el derecho penal, y la acción oblicua o indirecta juega un papel fundamental en su determinación. En sistemas de derecho penal subjetivo, como el argentino, la responsabilidad no depende únicamente del resultado, sino también de la intención o conocimiento del sujeto respecto a los riesgos de su conducta. Esto permite que una persona sea penalmente responsable incluso cuando el resultado no fue su objetivo principal.
En este sentido, la acción oblicua se diferencia de la acción culposa, donde el sujeto no conoce los riesgos de su conducta. Mientras que en el caso de la acción oblicua el sujeto reconoce los riesgos y decide actuar a pesar de ellos, en el caso de la acción culposa el sujeto desconoce los riesgos o no los reconoce como probables. Esta distinción es clave para determinar si se trata de un delito doloso o culposo.
En la práctica, esto tiene implicaciones importantes en la calificación penal. Por ejemplo, un homicidio por acción oblicua puede ser calificado como homicidio doloso, mientras que uno por acción culposa puede ser calificado como homicidio culposo. La diferencia en la gravedad de la pena es notable, lo que subraya la importancia de comprender este concepto.
¿Para qué sirve la acción oblicua o indirecta en el derecho penal?
La acción oblicua o indirecta sirve como un mecanismo para ampliar el alcance de la responsabilidad penal, especialmente en situaciones donde el resultado no fue el objetivo principal del sujeto, pero sí se reconoció como una consecuencia probable de su conducta. Este concepto permite que una persona sea penalmente responsable incluso cuando no buscaba un resultado negativo, pero actuó conscientemente a pesar de conocer los riesgos.
Además, la acción oblicua permite abordar situaciones en las que el sujeto actúa con intención, pero no necesariamente con el propósito de producir el resultado negativo. Por ejemplo, si alguien dispara una arma con la intención de asustar a otro, pero reconoce que podría causar daño, su conducta puede calificarse como acción oblicua. Esto permite que se le responsabilice por el daño causado, incluso si no era su intención.
Este concepto también tiene aplicaciones prácticas en la vida cotidiana, especialmente en situaciones de riesgo donde la conciencia del sujeto sobre los peligros de su conducta es un factor determinante para la responsabilidad. Por ejemplo, en el ámbito laboral, si un trabajador manipula maquinaria sin los equipos de protección adecuados, aunque no busca un accidente, puede ser considerado responsable por acción oblicua.
Acción indirecta y sus diferencias con la acción oblicua
Aunque a menudo se utilizan de manera intercambiable, la acción indirecta y la acción oblicua son conceptos distintos en el derecho penal. La acción indirecta se refiere a una conducta que produce un resultado a través de un medio no directo. Por ejemplo, si alguien arroja una piedra a un perro que luego muerde a una persona, la acción del sujeto no es directa sobre la víctima, sino que se transmite a través del perro. En este caso, el resultado se produce de forma indirecta, pero el sujeto no necesariamente reconoce o acepta el riesgo del resultado.
Por otro lado, la acción oblicua implica que el sujeto reconoce los riesgos de su conducta, pero no busca el resultado negativo como fin principal. En este caso, el resultado es una consecuencia probable que el sujeto acepta o tolera. Por ejemplo, un conductor que excede la velocidad reconoce que existe un riesgo de accidente, pero no busca causarlo.
La principal diferencia entre ambos conceptos es que en la acción oblicua hay un conocimiento o intención del sujeto sobre los riesgos de su conducta, mientras que en la acción indirecta no necesariamente hay tal conocimiento o aceptación. Esta distinción es fundamental para la calificación penal y la imputación de responsabilidad.
La importancia de la acción oblicua en la justicia penal
La acción oblicua o indirecta tiene una importancia fundamental en la justicia penal, ya que permite responsabilizar penalmente a individuos incluso cuando el resultado negativo no fue su objetivo principal. Este concepto amplía el alcance de la responsabilidad penal, permitiendo que las conductas que, aunque no persiguen un resultado malo, lo reconocen como posible, sean calificadas como delitos dolosos.
En sistemas jurídicos como el argentino, donde se ha adoptado el derecho penal subjetivo, la acción oblicua es una herramienta clave para garantizar la protección de los derechos de las víctimas y para responsabilizar penalmente a los sujetos que actúan conscientemente a pesar de los riesgos. Esto refuerza el principio de responsabilidad subjetiva, según el cual la culpa del sujeto es un elemento esencial para la imputación penal.
Además, este concepto permite abordar situaciones en las que la conducta del sujeto no es directamente criminal, pero su conocimiento sobre los riesgos y su actitud de tolerancia hacia ellos convierten su acción en penalmente relevante. En este sentido, la acción oblicua refuerza la idea de que la intención y el conocimiento del sujeto son factores determinantes en la calificación de los delitos.
El significado de la acción oblicua o indirecta en el derecho penal
El significado de la acción oblicua o indirecta radica en su capacidad para atribuir responsabilidad penal en situaciones donde el resultado no fue el objetivo principal del sujeto, pero sí se reconoció como una consecuencia probable de su conducta. Este concepto permite que una persona sea considerada responsable penalmente incluso cuando no buscaba un resultado negativo, pero actuó conscientemente a pesar de los riesgos.
En términos jurídicos, la acción oblicua se basa en la teoría subjetiva de la acción, que sostiene que la intención del sujeto es un elemento fundamental para la calificación penal. Esto significa que, aunque el resultado no fue perseguido directamente, si el sujeto lo reconoció como posible y decidió actuar de todas formas, su conducta puede considerarse dolosa.
Este concepto es especialmente relevante en delitos como lesiones, homicidios y daños a la propiedad, donde la conciencia del sujeto sobre los riesgos de su conducta es un factor determinante para la imputación penal. En muchos casos, la acción oblicua permite calificar un hecho como delito doloso, incluso cuando el resultado no fue el objetivo inmediato del sujeto.
¿Cuál es el origen del concepto de acción oblicua o indirecta?
El concepto de acción oblicua o indirecta tiene sus raíces en el desarrollo del derecho penal subjetivo, especialmente en Alemania durante el siglo XX. Fue el jurista alemán Hans Welzel quien, en su obra *Grundriß des Strafrechts*, sentó las bases teóricas para diferenciar entre acciones directas, indirectas y acciones de omisión. Welzel propuso que la acción penal se fundamenta en la intención del sujeto, no solo en los resultados.
Este enfoque subjetivo del derecho penal fue adoptado por varios países, incluido Argentina, donde influyó profundamente en la doctrina y la jurisprudencia. En la Argentina, el jurista Horacio Núñez fue uno de los principales defensores de la teoría subjetiva de la acción, y su influencia se puede ver en la jurisprudencia actual.
El concepto de acción oblicua también está relacionado con lo que se conoce como dolus eventualis o intención eventual, que se da cuando el sujeto acepta como posible un resultado negativo y decide actuar a pesar de ello. Esta idea se desarrolló en el derecho penal alemán y fue adoptada en otros sistemas jurídicos, incluido el argentino.
Acción oblicua y acción eventual: ¿Son lo mismo?
Aunque a menudo se usan de manera intercambiable, la acción oblicua y la acción eventual no son exactamente lo mismo, aunque están estrechamente relacionadas. La acción oblicua se refiere a una conducta cuyo resultado no es el objetivo principal, pero que el sujeto reconoce como una consecuencia probable. La acción eventual, por otro lado, se refiere a una situación en la que el sujeto acepta como posible un resultado negativo y decide actuar a pesar de ello.
En la teoría penal, la acción eventual se considera una forma de acción oblicua. Ambas figuras implican que el sujeto conoce los riesgos de su conducta, pero solo en la acción eventual se acepta como posible el resultado negativo. En este sentido, la acción eventual es un subtipo de la acción oblicua.
En la práctica, esto tiene implicaciones importantes para la calificación penal. Por ejemplo, si un sujeto actúa con conocimiento de los riesgos y acepta como posible un resultado negativo, su conducta puede calificarse como acción eventual, lo que puede dar lugar a una responsabilidad penal más grave que si la conducta hubiera sido culposa.
¿Cuál es la diferencia entre acción directa, oblicua e indirecta?
En el derecho penal, la diferencia entre acción directa, oblicua e indirecta es fundamental para la calificación penal y la imputación de responsabilidad. A continuación, se explican las diferencias entre estas tres figuras:
- Acción directa: El resultado es el objetivo principal que el sujeto persigue. Por ejemplo, si alguien dispara con la intención de matar a otra persona, su conducta es una acción directa.
- Acción oblicua: El resultado no es el objetivo principal, pero el sujeto reconoce que es una consecuencia probable de su conducta. Por ejemplo, un conductor que excede la velocidad y reconoce que podría causar un accidente.
- Acción indirecta: El resultado se produce a través de un medio no directo. Por ejemplo, si alguien arroja una piedra a un perro que luego muerde a una persona, la acción del sujeto no es directa sobre la víctima.
Esta distinción es clave para determinar si se trata de un delito doloso o culposo, y por tanto, la gravedad de la pena que se impone. La acción directa y la oblicua suelen calificarse como dolosas, mientras que la acción indirecta puede calificarse como dolosa o culposa, dependiendo del conocimiento del sujeto sobre los riesgos.
Cómo usar el concepto de acción oblicua o indirecta en la práctica jurídica
En la práctica jurídica, el concepto de acción oblicua o indirecta se utiliza para determinar la responsabilidad penal en situaciones donde el resultado no fue el objetivo principal del sujeto, pero sí se reconoció como una consecuencia probable de su conducta. Este concepto es especialmente útil en casos donde el sujeto no busca un resultado negativo, pero actúa conscientemente a pesar de los riesgos.
Por ejemplo, en un caso de conducción temeraria, el abogado puede argumentar que el conductor no buscaba causar un accidente, pero sí reconoció los riesgos de exceder la velocidad y actuó a pesar de ellos. En este caso, la conducta puede calificarse como acción oblicua, lo que puede dar lugar a una responsabilidad penal más grave que si se tratara de una acción culposa.
En la defensa penal, el concepto de acción oblicua también puede ser útil para argumentar que el sujeto no tenía intención de producir el resultado negativo, lo que puede llevar a una calificación menos grave del delito. Por ejemplo, en un caso de homicidio, si se puede demostrar que el sujeto no buscaba matar, sino que reconoció los riesgos y actuó a pesar de ellos, puede argumentarse que se trata de un homicidio doloso, pero con atenuantes.
La acción oblicua en el contexto de la teoría subjetiva de la acción
La teoría subjetiva de la acción es un enfoque del derecho penal que centra la responsabilidad penal en la intención del sujeto, más que en los resultados. En este marco, la acción oblicua o indirecta adquiere una relevancia particular, ya que permite responsabilizar penalmente a una persona incluso cuando el resultado no fue su objetivo principal.
Este enfoque se diferencia de la teoría objetiva de la acción, que se centra únicamente en los resultados y no en la intención del sujeto. En la teoría subjetiva, la intención o conocimiento del sujeto sobre los riesgos de su conducta es un elemento fundamental para la calificación penal. Esto permite que una persona sea considerada responsable penalmente incluso cuando no buscaba un resultado negativo, pero lo reconoció como posible.
En la Argentina, la teoría subjetiva de la acción ha sido ampliamente adoptada, lo que ha llevado a que en muchos casos se califique como dolosa una conducta que, aunque no persigue un resultado negativo, lo acepta como posible. Este enfoque refuerza la idea de que la culpa del sujeto es un factor determinante para la imputación penal.
La acción oblicua en la jurisprudencia argentina actual
En la jurisprudencia argentina actual, el concepto de acción oblicua o indirecta se ha aplicado en diversos casos, especialmente en delitos de lesiones, homicidios y daños a la propiedad. La Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina ha emitido sentencias donde se ha considerado la acción oblicua como fundamento para la imputación penal, incluso en ausencia de un resultado perseguido directamente.
Por ejemplo, en un caso donde un trabajador industrial manipuló una sustancia tóxica sin los equipos de protección adecuados, el tribunal consideró que su conducta constituía una acción oblicua, ya que reconocía los riesgos y actuó a pesar de ellos. En otro caso, un conductor que excedía la velocidad y provocó un accidente fue considerado responsable por acción oblicua, ya que conocía los riesgos de su conducta.
Estos casos muestran cómo la jurisprudencia argentina ha adoptado el concepto de acción oblicua como herramienta para responsabilizar penalmente a sujetos que actúan conscientemente a pesar de los riesgos. Esta tendencia refuerza el enfoque subjetivo del derecho penal argentino y refleja la importancia que se le da a la intención y el conocimiento del sujeto en la calificación penal.
INDICE